Posted by Alejo Cava | Posted in ★★★★Al extremo, Películas | Posted on viernes, diciembre 18, 2009
De la novela infantil de Roald Dahl: el escritor de Charlie y la fábrica de chocolate y Jim y el durazno gigante, nos llega esta adaptación de Wes Anderson (Rushmore, La vida acuática, los excéntricos Tenenbuam), realizada enteramente en la técnica tradicional de animación conocida como Stop-Motion.
La idea de que Anderson realizara una cinta para toda la familia, lo que en un primer momento resulta desconcertante, pero una vez vista la cinta esto cobra sentido, ya que el director nos tiene acostumbrados a historias sencillas, pero donde la elocuencia de la acción no se encuentra en la complejidad de la trama sino en la profundidad de los personajes, características invaluables para el género.
Es curioso como en sus películas, encontramos a menudo un tono nostálgico, a pesar de que en los eventos no haya sucedido ninguna perdida en particular necesariamente. Sin duda un director de atmósfera, pero que rompe con el cliché de situaciones demasiado planeadas, al contrario, las escenas suelen ser siempre cotidianas en un tono casi cómico, pero la determinación y carácter de los protagonistas suele ser épico, aún si sus proezas son igualmente cotidianas.
Estas tonalidades de Nostálgica y épica las encontramos perfectamente en esta entrega. Nuestro héroe: el fantástico señor zorro se ve obligado a vivir una vida suburbana a sombra de su pasado como auténtico maestro del robo. Una trama clásica de la literatura infantil, siempre capaz de conmover: la búsqueda de la autenticidad, que podemos encontrar en viejos conocidos como El patito feo o Pinocho.
Por esa razón, podría pensarse que la historia no es del interés del público adulto —sin duda es algo que ya hemos visto muchas veces— sin embargo la forma en que se desarrolla la historia y el manejo de los personajes, hace del film algo más que una simple caricatura. La rivalidad entre hermanos (en este caso primos), la relación padre-hijo; tema constante en las películas de Anderson, así como la de parejas inusualmente respetuosas y francas (como la de Anjelica Houston y Bill Murray en la vida acuática) son todas retratadas de un modo casi tan elegantemente artificial... ¡que lo hace muy parecido a las relaciones personales reales! La cinta es redonda al respeto.
Los amantes de la animación tampoco se verán defraudados, en una industria donde el 3D nos ha colmado, se agradece que se utilice en alguna cinta la técnica de frame by frame, que le otorga una plasticidad totalmente orgánica, que viene totalmente a cuento con el contenido de la historia. Una película con una paleta totalmente otoñal, se las ingenia para sorprendernos en varías ocasiones, es destellante: el fabuloso soundtrack siempre tan cuidadosamente seleccionado, las escenas y lugares absolutamente memorables, e incluso el ingenio para burlarse en nuestra cara de las convenciones narrativas de la animación; recurso que Anderson apenas puede utilizar hasta está película.
Un clásico instantáneo, y que además es una buena recomendación de compra, ya que a diferencia de otros filmes, no parece ser cansada para los grandes, que podrán disfrutarla en varías ocasiones con los chicos quienes tienen la insana manía de ver la misma cinta una y otra vez. El fantástico señor zorro se las ingenia para ser profunda y sencilla, disfrutable para todas las edades, así como entre los que son especialistas en Anderson o legos por igual.
Elegantemente artificial...