Posted by Sebastiana | Posted in ★★★olrait, ★★its o.k., Museos | Posted on martes, diciembre 15, 2009
Probablemente una de las colecciones más populares en LA vida y EL universo sea la de timbres postales. Parece un hobbie de abuelito o de personaje extraño de película de Hallmark, quizá algo que logra por fin unificar a ese padre e hijo que sufren taaaanto por las vicisitudes y las terribles consecuencias de la negligencia, pero que, afortunadamente, logran resolver sus diferencias a través de una actividad ajena que aleje la atención de los problemas. ¿Quién no se queda picado en las tramas emotivas de ese tipo de películas? ¡A ver niéguenlo! Pero, regresemos al asunto principal: las colecciones, ah no, los timbres postales. Otro día hablaré de colecciones, ¡tengo muchas opiniones al respecto!
En la ciudad de Oaxaca de Juárez (porque, ¿de quién más podría ser?), sobre la calle de Reforma, en el centro, se encuentra el MUFI. De todos los museos y sitios turísticos de esta ciudad, ¿por qué visitar un museo de filatelia? En primer lugar, porque los timbres son maravillosos, y, en segundo, porque tiene una tienda elegantísima. En sí la tienda no es elegante, pero venden cosas muy bonitas, a pesar de la actitud terrible del que la atiende y su lentitud extrema. Aunque todos sabemos que en provincia la vida es mucho más- no, no encuentro eufemismos apropiados- lenta.
No quiero hablar de la parte histórica del Museo, para eso tiene una página en internet, pero diré que no tiene muchos años y se creó a partir de una exposición temporal y de la donación de la colección privada de Alfredo Harp Helú, que sirve como exposición permanente. El museo cuenta con una sala llena de timbres, postales, sobres, cancelaciones y cartas personales, algunas incluso de personajes como Frida Kahlo. También hay una biblioteca y una serie de salas para exposiciones temporales y talleres.
La decoración es simple y tiene este toque mexicano-contemporáneo-cactus y paredes blancas-renovación de una casa antigua, muy característico de los museos recientes. Tiene detalles en las paredes y trata de ser, hasta cierto punto, semi-interactivo. En la primera sala se encuentra un gran mapa del mundo con numeritos que corresponden a los timbres colocados en las paredes de acuerdo al lugar del que provienen, y te invitan a que los localices.
El lugar no es muy grande y se recorre rápidamente, aunque para ver a detalle toda la colección se requiere un par de horas. Cuando se coleccionan cosas se aprende a detenerse en las cosas pequeñas, en las ligeras diferencias que le dan un valor muy característico a cosas tan simples como pedacitos de papel.
Es una lástima que el correo haya caído en desuso, las facilidades electrónicas nunca podrán superar la emoción de recibir una carta o una postal. A pesar de ahorrarte el proceso de ir al correo o tener que esperar a que lleguen, comprar timbres e interactuar con las nunca amables señoritas de las oficinas postales; la falta de inmediatez genera expectativa y, en algunos casos, reflexión. Además, saber que alguien se tomó la molestia de pasar por todo el númerito, sólo para ti, es siempre más agradable que recibir un e-mail en cadena.
En la ciudad de Oaxaca de Juárez (porque, ¿de quién más podría ser?), sobre la calle de Reforma, en el centro, se encuentra el MUFI. De todos los museos y sitios turísticos de esta ciudad, ¿por qué visitar un museo de filatelia? En primer lugar, porque los timbres son maravillosos, y, en segundo, porque tiene una tienda elegantísima. En sí la tienda no es elegante, pero venden cosas muy bonitas, a pesar de la actitud terrible del que la atiende y su lentitud extrema. Aunque todos sabemos que en provincia la vida es mucho más- no, no encuentro eufemismos apropiados- lenta.
No quiero hablar de la parte histórica del Museo, para eso tiene una página en internet, pero diré que no tiene muchos años y se creó a partir de una exposición temporal y de la donación de la colección privada de Alfredo Harp Helú, que sirve como exposición permanente. El museo cuenta con una sala llena de timbres, postales, sobres, cancelaciones y cartas personales, algunas incluso de personajes como Frida Kahlo. También hay una biblioteca y una serie de salas para exposiciones temporales y talleres.
La decoración es simple y tiene este toque mexicano-contemporáneo-cactus y paredes blancas-renovación de una casa antigua, muy característico de los museos recientes. Tiene detalles en las paredes y trata de ser, hasta cierto punto, semi-interactivo. En la primera sala se encuentra un gran mapa del mundo con numeritos que corresponden a los timbres colocados en las paredes de acuerdo al lugar del que provienen, y te invitan a que los localices.
El lugar no es muy grande y se recorre rápidamente, aunque para ver a detalle toda la colección se requiere un par de horas. Cuando se coleccionan cosas se aprende a detenerse en las cosas pequeñas, en las ligeras diferencias que le dan un valor muy característico a cosas tan simples como pedacitos de papel.
Es una lástima que el correo haya caído en desuso, las facilidades electrónicas nunca podrán superar la emoción de recibir una carta o una postal. A pesar de ahorrarte el proceso de ir al correo o tener que esperar a que lleguen, comprar timbres e interactuar con las nunca amables señoritas de las oficinas postales; la falta de inmediatez genera expectativa y, en algunos casos, reflexión. Además, saber que alguien se tomó la molestia de pasar por todo el númerito, sólo para ti, es siempre más agradable que recibir un e-mail en cadena.
Alguien debería matar a ese vendedor!
¿Realmente cuántas veces es necesario checar el precio de las cosas?